¿Pueden Messi, Son y Müller forjar dinastías en MLS?

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Los titanes de la mitología griega fueron los primeros en mandar. Gobernaron generaciones hasta que llegó el cambio. En la MLS, la idea de durar empieza a asomar de nuevo.

¿Podrán volver las dinastías a la liga estadounidense?

Todos querían ser como ellos. Y todos querrán. Así funciona una dinastía. La MLS ya sabe lo que es: lo vivió desde sus primeros pasos. Lo suficiente para reconocerla cuando asoma.

Hoy, la liga brilla con Lionel Messi, Son Heung-min y Thomas Müller… y la pregunta se impone sola: ¿puede volver a pasar? ¿Puede alguno de ellos inventar —o resucitar— una era dominante que quede en la historia?

Porque esto ya no se trata solo de ganar. Se trata de sostener los logros en el tiempo, de construir otra saga que haga temblar a todos los rivales.

La tendencia ya se asoma en la LIGA MX. Lo que empezó en México recientemente podría saltar a Major League Soccer. Podría volver a pasar.

Tal vez no sea una excepción. Tal vez estemos, otra vez, frente al inicio de algo que se repite. Y esta vez, la historia podría tener nuevos nombres, nuevas estrellas, nuevas dinastías.

¿Liga MX y MLS se reinventan?

En la Liga MX, repetir volvió a ser posible. Toluca acaba de firmar un bicampeonato que no apareció de la nada: es parte de una tendencia que reapareció hace un par de temporadas y reabrió una conversación que parecía cerrada. La de los equipos capaces de sostener el éxito, no solo alcanzarlo.

Primero fue Atlas en 2021, rompiendo una sequía de 17 años.
Después llegaron las Águilas del América.
Y ahora, los Diablos Rojos de Toluca, con Antonio Turco Mohamed, llevaron la idea un paso más allá en 2025.

En la MLS, el escenario es distinto. La sequía también es larga, pero el formato cambia las reglas del juego. Temporada completa, playoffs impredecibles, planteles que se rearman todo el tiempo. Repetir no solo es difícil: es estructuralmente complejo.

Desde la última dinastía esmeralda, ningún equipo logró encadenar títulos de forma continua. Pero algo empieza a moverse. Hay un despertar competitivo y, sobre todo, estrellas capaces de definir épocas, no solo temporadas.

Por eso, mientras en la Liga MX la pregunta es quién será el próximo en repetir, en la MLS la pregunta sigue siendo otra:

¿Podrá alguien hacerlo otra vez?

Y esa duda, hoy, vuelve a estar sobre la mesa.

Las dinastías que sí existieron

La MLS no habla de dinastías a la ligera. Solo hubo tres casos claros.

D.C United (1996–1999) de Marco Etcheverry

Ese fue el molde original, con el boliviano que deslumbró en el Mundial de 1994 como cerebro: ganó tres MLS Cups en cuatro años y dominó una liga que todavía estaba aprendido a existir. En la MLS 1.0. Para muchos fue el primer equipo que marcó el estándar de la liga. Contaban además con otro boliviano, Jaime Moreno, uno de los goleadores latinos que han marcado la historia de la liga.

El mismo Etcherry lo señaló como el mejor equipo de América, de Norte y Sudamérica, luego de que vencieron al campeón de Copa Libertadores, Vasco da Gama, en la Copa Interamericana de 1998. “Vencimos al campeón de la Copa Libertadores, somos los ganadores del campeonato de la Concacaf. Así que el D.C. United fue el mejor equipo de América, de Norte a Sudamérica” ese año a cargo de Bruce Arena, el entrenador más ganador de la historia de la liga.

Los de Washigton ganaron la MLS Cup 1996, 1997 y 1999, y obtuvieron el segundo lugar el mismo año que destronó al equipo brasileño.

En todos esos años acumularon: 3 MLS Cup, 2 Supporters' Shield, 1 U.S. Open Cup y Copa de Campeones Concacaf en 1998.

LA Galaxy (2009–2014) fue la dinastía del poder

El Galaxy fue la dinastía del músculo y la ambición. No dominó una sola etapa, sino varias dentro del mismo ciclo. Con planteles distintos, nombres que entraban y salían, pero con una idea clara: ser el equipo grande de la MLS. Entre 2011 y 2014 levantó tres MLS Cups y convirtió ganar en parte de su identidad. En la MLS 2.0, el Galaxy fue sinónimo de referencia.

El núcleo tuvo un peso simbólico enorme. Landon Donovan fue el rostro local del proyecto, Robbie Keane el goleador que elevó la vara competitiva y David Beckham el imán global que cambió para siempre la percepción de la liga con la regla del Jugador Franquicia.

Ganó la MLS Cup en 2011, 2012 y 2014, y fue subcampeón en 2009 y 2010. Cinco finales en seis años. Sin contar con los campeonatos que ganaron en 2002 y 2005. A día de hoy es la franquicia más ganadora en la historia de Major League Soccer, con 6 títulos de liga.

Durante ese período, el club acumuló 3 MLS Cups y 2 Supporters’ Shields, además de convertirse en el primer equipo en defender con éxito un título de MLS Cup en la era moderna (2011–2012). No fue un equipo de moda: fue el equipo que todos querían bajar del trono.

La constancia de Seattle Sounders (2017–2020)

Seattle no fue la dinastía más ruidosa, pero sí la más confiable en MLS 2.0. En plena MLS moderna, cuando sostener un proyecto se volvió casi imposible, los Sounders lograron algo inusual: estar siempre.

Cuatro finales casi consecutivas entre 2016, 2017, 2019 y 2020, dos títulos de MLS Cup y una identidad que sobrevivía a los cambios, y que aún lo hace.

Eso es parte del compromiso para forma una dinastía, en su momento, uno de los grandes supervivientes y líderes de la historia esmeralda, Cristian Roldán, se alegraba que lo metan en esa 'casilla'.

"Es genial que nos mencionen en el mundo de las dinastías".

Con Nicolás Lodeiro, Raúl Ruidíaz y Ozzie Alonso, se sostuvo por todo esos años y lo hizo costumbre, tanto que lo expandió más a nivel continental, ganando la Copa de Campeones Concacaf en 2022.

Todo bajo el pilar del proyecto y entrenador de la casa: Brian Schmetzer.

El patrón que se repite

Las tres dinastías compartieron algo clave: un núcleo estable y una gran estrella al servicio del proyecto. Etcheverry, Donovan y Lodeiro no jugaron para el highlight, jugaron para que el equipo durara. A su alrededor, todo podía cambiar. Ellos no.

Más alllá del patrón, estos equipos tenía algunas cosas en común:

  • Un núcleo que no se tocaba: No eran planteles largos ni perfectos. Eran equipos con 3 o 4 nombres que se mantuvieron en el tiempo. Cuando todo alrededor cambiaba, ese núcleo seguía siendo el mismo. La continuidad fue su mayor ventaja.
  • Una gran figura que entendió el proyecto: Todas las dinastías tuvieron una estrella central. Muy visible, muy determinante. Pero también una figura que supo leer el contexto de la liga y del equipo. Etcheverry, Donovan y Lodeiro fueron líderes absolutos, sí, pero jugaron entendiendo que el proyecto estaba por encima del lucimiento individual. No se apagaron para que el equipo brillara: se ordenaron para que el equipo durara.
  • El equipo funcionaba alrededor de esa figura: La estrella no flotaba en el vacío. DC United se movía al ritmo de Etcheverry, pero tenía a Olsen equilibrando y a Jaime Moreno resolviendo. Seattle giraba alrededor de Lodeiro, pero encontraba goles en Ruidíaz, sostén en Ozzie Alonso y energía constante en Cristian Roldan. El Galaxy tenía a Donovan como eje futbolístico, pero Keane y Beckham expandían el impacto en distintas direcciones.
  • Entrenadores con identidad: Bruce Arena y Brian Schmetzer no construyeron equipos para lucir nombres, sino para sostener una forma de competir. Arena fue parte del D.C. United fundacional y luego del Galaxy dominante; Schmetzer hizo de Seattle un equipo reconocible año tras año. Sus equipos se identificaban antes por cómo jugaban que por quiénes jugaban.
  • Un núcleo que se sostuvo en el tiempo: Las dinastías no se armaron de un día para otro. Tuvieron años para conformarse. Seattle necesitó un ciclo entero para convertirse en dinastía. DC United creció junto con la liga. El Galaxy sostuvo su base en distintas etapas.
  • Bicampeonatos y tricampeonatos: dos de la tres dinastías ganaron MLS Cup consecutivas, LA Galaxy fue campeón en 2011 y 2012 consecutivamente, DC United también fue bicampeón en los dos primeros años de la liga. En el caso de los Sounders, disputó cuatro finales consecutivas y ganó dos, con dos años de por medio (2016 y 2019).

Y después hubo algunos otros casos que se acercaron pero no fueron tan determinantes como para convertirse en dinastías...

Ganaron, pero...

La MLS también tuvo campeones fuertes que se quedaron a un paso de algo más grande. Equipos que ganaron, repitieron finales o dominaron por momentos, pero nunca lograron sostenerlo en el tiempo.

  • Houston Dynamo fue el ejemplo más cercano. Ganó dos MLS Cups consecutivas (2006 y 2007) y parecía encaminado a algo mayor. Se unió a la corta lista de bicampeones de MLS Cup, pero el núcleo no se sostuvo, el proyecto se fragmentó rápido y la liga siguió avanzando. Faltó continuidad.
  • Columbus Crew es otro caso particular. Tres títulos de MLS hablan de un club serio y competitivo, pero nunca concentrados en un mismo ciclo prolongado. Cada campeonato fue una historia distinta, con protagonistas distintos. Ganó, sí. Dominó una era, no.
  • Toronto FC tuvo uno de los picos más altos de la historia moderna de la MLS. El equipo de Giovinco, Bradley y Altidore fue dominante, temido y espectacular. Pero fue eso: un pico. No un período extendido. La cima llegó rápido y se fue igual de rápido.

El denominador común fue claro: faltó tiempo. Faltó sostener un núcleo, una identidad y un proyecto más allá del momento.

¿Dinastías 3.0? El presente abre otra puerta

Y ahí es donde la MLS más moderna se vuelve interesante. Porque hoy no solo hay grandes equipos: hay superestrellas capaces de cambiar el rumbo de una franquicia entera, como ya lo hizo Lionel Messi e Inter Miami, al ganar por primera vez un campeonato con el equipo rosa y de ahí parte la premisa de este análisis de dinastías.

¿Es momento de que vuelvan los bicampeonatos y los equipos de épocas en la MLS?

En la búsqueda rosa: Messi y la idea de durar

Leo Messi ya cambió la historia de Inter Miami. Punto. La pregunta ahora va más arriba, más lejos, más heavy: ¿puede convertir el pico en costumbre?

Este Miami no depende de Messi. Se ordena alrededor de él.

Hay base, hay continuidad y hay una identidad que terminó de cuajar al cierre de 2025. No es humo, es estructura.

Si mantiene el núcleo y vuelve a competir en modo élite, el bicampeonato no suena a locura. Menos cuando miramos el resumen de la era Messi: 3 títulos en 3 años (Leagues Cup, Supporters' Shield y MLS Cup).

Desde arriba también empujan.

Jorge Mas, socio de David Beckham en el proyecto rosa, afirmó que quiere más, para el año próximo: "Prometemos a nuestros aficionados y ‘La Familia’ que nos recargaremos en el 2026 pensando en nuestro gran objetivo que es ganar la Concachampions y clasificar al Mundial de Clubes. Estén pendientes porque vamos a llevar la barrera a otro nivel. ¡Adelante y vamos!".

Inter Miami tiene casi todo lo que necesita una dinastía:

  • entrenador
  • continuidad
  • una estrella que no eclipsa el proyecto, lo eleva a niveles impresionante
  • un núcleo que se sostiene

Quizá es descabellado pensar desde ya en 'las Garzas' siendo bicampeones, pero las ambiciones del proyecto rosa marcan la base de este argumento, y tener en la cabeza a un ex jugador que marcó una dinastía en la historia de la liga, habla de su potencial.

Miami está en el tope de esta era de MLS, pero le falta lo mismo que a todas las dinastías antes de serlo: repetir la MLS Cup.

Nada más. Y nada menos.

El otro desafío

Con Messi, la pregunta es si puede repetir, pero con Son Heung-Min y Thomas Müller, la incógnita es si pueden empezar algo que dure.

Porque acá no hablamos de campeones vigentes. Hablamos de líderes que recién llegaron al centro del escenario. De estrellas que todavía no levantaron la copa con sus equipos, pero que ya alteraron el clima de la liga.

No hay dudas que son grandes superestrellas, que ganaron títulos europeos, y dejaron una marca en 2025 con LAFC y Vancouver Whitecaps, pero aún no han dado el primer paso para comandar equipos de épocas.

Representan la posibilidad. La especulación.

¿Tienen cómo?

Partamos de varios hechos:

  • Ambos llegaron para liderar proyectos, y acompañarlos: Sonny y Müller aterrizaron casi al mismo tiempo en la liga, a mitad de temporada, y desde el primer día fueron eje. No secundarios. No apuestas a futuro. Centro del plan.
  • El impacto fue inmediato y medible: Son elevó el techo competitivo de LAFC en el tramo final del año y empujó al equipo a una carrera profunda en playoffs, potenciando además la sociedad con Denis Bouanga. El surcoreano anotó 12 goles y 4 asistencias en 13 partidos. Müller hizo de los Caps un equipo más claro, más ordenado y más competitivo, con una base bien estructurada desde antes, hasta llevarlo a la final de la MLS Cup, y anotar 8 goles y 3 asistencias entre temporada regular y playoffs, en 12 partidos.
  • No solo jugaron bien: hicieron mejores a los equipos.
  • Los entrenadores sostienen la idea: Jesper Sørensen transformó a Vancouver en un equipo con orden, lectura táctica y coherencia, iniciando un proyecto que recién empieza pero ya sabe a qué juega. LAFC, con ajustes claros en el segundo tramo del año, encontró una versión más sólida alrededor de Son y Bouanga, pero comenzará una nueva era en 2026, con otro entrenador: Marc Dos Santos.
  • Dominar en el tiempo es el verdadero examen. Ganar una temporada es un pico. Repetir es una excepción. Sostenerse es poder.
  • Y ahí aparece la clave. Son y Müller todavía no levantaron la copa, pero ya están haciendo lo más difícil: preparar el terreno.

2026, un año que lo dirá todo

¿Por qué ahora sí podría pasar?

No es casualidad que esta conversación vuelva ahora.

En México ya pasó: con un formato de Apertura y Clausura, pero los proyectos aprendieron a sostenerse. En la MLS, el desafío es incluso mayor. Temporada larga, playoffs impredecibles, planteles que se reconfiguran cada año. Repetir es difícil.

Y aun así, el escenario está dado. Ya hay un precedente en la historia de la liga.

El 2026 será el primer año completo de Son Heung-min y Thomas Müller liderando desde el inicio. Dos superestrellas, dos proyectos distintos, una misma ambición.

  • Vancouver Whitecaps parece tener hoy la base más sólida para empezar algo así. Compitió todo 2025 bajo una misma idea, con estructura clara y un liderazgo que no depende del resultado inmediato. No ganó todavía, pero ya es equipo.
  • Inter Miami va un paso más adelante. Ya cruzó la línea del campeón. Tiene núcleo, tiene experiencia reciente y tiene a Messi entrando en su cuarto año con la misma lógica de siempre: volver a intentar. El bicampeonato no es una promesa, es una posibilidad real.
  • LAFC, en cambio, vive otro momento. Con Son y su nuevo entrenador, inicia un nuevo ciclo. No desde cero, pero sí desde una identidad en construcción. Talento hay. Historia reciente también. Lo que falta es tiempo.

Tres proyectos. Tres velocidades distintas.

Una misma pregunta flotando.

Equipos de época

No todos los grandes equipos fueron dinastías. Pero todos los equipos de época dejaron una marca.

DC United, LA Galaxy y Seattle Sounders definieron distintas eras de la liga. La MLS los recuerda no solo por los títulos, sino por cómo representaron su tiempo. Y hoy, la liga vuelve a tener algo parecido.

Tres equipos.
Tres superestrellas.
Tres proyectos con capacidad de trascender.

Pero en la misma época...

Thomas Müller viene de un Bayern Múnich que no solo ganó: ordenó una época del fútbol europeo. Lionel Messi fue el rostro del FC Barcelona de Guardiola, el equipo que definió una era del fútbol moderno. Son Heung-min no viene de un equipo de época, pero él fue la época en Tottenham. Capitán, líder, símbolo de un ciclo que, después de años sin títulos, volvió a ganar en Europa.

Quizás no todos terminen siendo dinastías, pero eso no es lo central, la pregunta real y retóricos es otra: ¿Quiénes van a ser los equipos que, en diez años, expliquen esta MLS?

Porque las ligas no se recuerdan solo por quién ganó. Se recuerdan por quién marcó una época.

Y en la mitología, los titanes no fueron eternos, pero sí fundacionales. Gobernaron el tiempo suficiente como para que, incluso después de caer, el mundo no pudiera explicarse sin ellos.

Y hoy, por primera vez, la MLS tiene el calibre para intentarlo otra vez.

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