El uruguayo anotó el gol del triunfo en el partido de primera ronda entre Columbus Crew y New York Red Bulls, una victoria inesperada que configura uno de los mayores batacazos de la historia reciente de la Major League Soccer.
Es un estreno inmejoarble para Felipe Carballo, quien llegó a la franquicia en agosto de 2024 tras su paso por Gremio. Surgido de Nacional, pasó por el Sevilla B antes de regresar a préstamo al Bolso, donde fue elegido en 2022 como el mejor jugador de la primera división en un palmarés en el que ya acumulaba cuatro títulos de Primera División. En 2023 vistió la camiseta del Gremio brasileño, donde ganó dos campeonatos Gaúchos y una Recopa.
Desde su llegada a Nueva York, Carballo disputó ocho encuentros por temporada regular, siendo titular en cinco ocasiones. Sin goles ni asistencias, había acumulado 449 minutos en los que no había dejado demasiadas certezas más allá de algunos destellos. El internacional uruguayo de 27 años, que llegó como Jugador Franquicia en una cesión de un año, fue contratado para matizar la baja de Frankie Amaya, quien se marchó al Toluca de la Liga MX.
Pero el mediocampista charrúa apareció en el momento más importante de la temporada. A los 25 minutos del encuentro ante Columbus Crew, aprovechó un rebote tras la salida de un corner para establecer el 1-0 que sería definitivo con una volea inatajable para el arquero Patrick Schulte.
Fue el primer tanto de Carballo desde su aterrizaje en la Major League Soccer, una liga que ha tenido la presencia sostenida y permanente de los delanteros Celestes durante la última temporada con Luis Suárez, Jonathan Rodríguez, Facundo Torres, Diego Rossi y Santiago Rodríguez.
Por su actuación, Carballo conquistó el premio al jugador del partido en una tarde en la que su franquicia se impuso gracias a su gol y a la espectacular actuación del arquero Carlos Coronel. Además del tanto, su incansable e incombustible despliegue fue fundamental para interrumpir la dinámica habitual de un Columbus Crew demasiado incómodo por el compromiso y el desgaste permanente de todos los jugadores de un NYRB que impuso condiciones durante gran parte del encuentro pese a no tener la posesión de la pelota.
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